El momento

No lo sé de cierto, pero he escuchado rumores que indican que hay momentos dignos de atesorarse. Aquellos que dicen conocer del tema aseguran que así debe ser. Un nacimiento, una fiesta primera, o quizá una última; incluso hay quien parece atesorar la muerte. Indudablemente la vida se encuentra llena de momentos, raro sería que no fuera así. Sin embargo, aquello que permanece en la mente, en la realidad ocurre de una manera tan fugaz que simplemente pasa y se va. Ese es el juego que se vive a través de la imagen y por tanto de la fotografía.

Aquello que resulta obvio o trivial ante la mirada inexperta es un abanico de oportunidades para la persona correcta. Cada arte cuenta con su artista para existir y cada artista tiene su forma particular de apreciar y representar el mundo. Así, cualquier persona es capaz de tomar una fotografía, pero no cualquier persona es un fotógrafo. El fotógrafo es aquel que, lejos de saber apretar un botón, sabe observar. Un ser que atiende con cuidado y prevé con atención. La cámara es su instrumento y, como todo instrumento, lo domina a la perfección. El fotógrafo es aquel que es capaz de convertir lo mundano en exquisito y, a la vez, se representa ahí.

Tengo la sospecha de que el arte del fotógrafo está en su mirada y así, fotografía y fotógrafo son dos representantes de un mismo universo, el de las imágenes y los momentos, donde lo común es capaz de ser transformado para no volver a ser lo que era, pero sin dejar de mantener su esencia.